Posteado por: antropikos | noviembre 9, 2013

In memoriam: Carlos Buitrago Ortiz

Escribo estas notas rápidamente y sin la certeza de mis libros a mano, sin tiempo para editarlas. (De hecho, las publico en esta reencarnación de mi blog Antrópico, que ahora se llama Antropikos, y es el primer escrito).

Las pergeño de mis notas mentales, de la memoria, de una vida entera metido en la antropología, guiado en un momento crucial por Carlos Buitrago Ortiz (CBO). Profesor amado y temido, alabado y vilipendiado, pero de alguna manera respetado por quien se respetara a sí mismo. Por quien tiene un compromiso serio con el quehacer académico.  No era perfecto, pero quién demonios lo es.

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Carlos Buitrago Ortiz
Foto cortesía de Marisol Ramos, tomada en una visita de CBO a California en 2006.

Aquí, sin orden, sin método, enumerados, ofrezco varias reflexiones muy personales sobre CBO, en honor a una vida ejemplar en la antropología:

1. Con CBO yo descubrí el mundo de la costa, de los pescadores, de las comunidades del litoral y de la vida marítima, en ese primer curso de métodos etnográficos en 1975. Metido en los zafacones, en los márgenes de los prostíbulos, en la infraestructura portuaria, en los arrabales de Cataño, en Vietnam, en los diques de carena, en las comunidades pesqueras, en el mangle  y a todo aquel mundo que recordaba haberlo vivido de niño, con mi padre, le empecé a tomar el pulso por medio de la Antropología. Recuerdo que me tocó trabajar con Eugenio Ayala, condiscípulo que me enseñó un poco más sobre la frugalidad y sobre la existencia de un dios menor llamado Cheito González.

2. Con Buitrago afiné mis conocimiento sobre la teoría, sobre Claude Lévi-Strauss, la maldita teoría de los modos de producción, que volvía a aparecer 100 años después en la disciplina, sobre la posibilidad de una antropología crítica que fuera más allá del dato observable.  En ese sentido, CBO era un visionario.  Antes de que existieran los posmodernos, él insistía en la literatura como herramienta y discurso valioso. El pensó en la deconstrucción antes de que fuera una moda y la crítica siempre fue su arma mortal para desguazar el análisis frívolo.

3. CBO miraba la realidad del país desde más allá, desde el Mediterráneo, y nos metió por los ojos a Braudel y la historia de larga duración como la única posibilidad. Y así, un buen día nos metió de cabeza en el Archivo General de Puerto Rico a estudiar el Fondo Pietri-Mariani que él había rescatado. CBO había creado su propio archivo antes de que la antropología ponderara sobre aquello de salirse de los documentos oficiales.

4. Cartas, notas, escritos poéticos, libros, libretas de contabilidad, e innumerables documentos formaban parte de ese acervo con el que reconstruimos relaciones de parentesco, relaciones de clase y uso del espacio en Adjuntas del siglo 19.

5. Movido por sabe Dios qué, se fue al cementerio de Yauco a documentar la muerte y sus estructuras, y en los campos de Adjuntas empujó por guindas a estudiantes a buscar ruinas de sistemas de irrigación y uso de las aguas.  Etnografía, documentos, oralidad, textos, cultura material y la expresión de las fuerzas productivas sobre el paisaje.

6. Mientras muchos disfrutábamos de las navidades en familia, Carlos se iba a Madrid, al archivo a seguirle las pistas a los montes, a la actividad cafetalera, a Don César de Guillerna, a las políticas coloniales para reestructurar el espacio urbano y el rural.  Cuando no, se iba a Galicia a hacer una antropología familiar que nunca entendí bien.

7. A CBO lo visité en su casa de Río Piedras muchas veces, donde junto a otros compañeros nos admirábamos con su conversaciones y sus notas sobre libros, textos, documentos y trabajo de campo. En algunas tardes de viernes, inspirado por el vino, era más locuaz y la jornada terminaba con Sargent Pepper Lonely Hearts Club Band (de los Beatles, por si acaso), o con alguna pieza de El anillo del nibelungo de Richard Wagner.  Cuando me fui a hacer trabajo de campo, CBO estuvo allí y ahora, justo ahora me percato de ese acto de mentoría suprema, de velar por el discípulo (tuvo muchos, muchos) y que todo marchara bien en ese gran ritual etnográfico.

8. Le leí con mucho cuidado y pienso que mucha de su obra, adelantada y precisa, nos permitía entender la diáspora y la circularidad de la migración en el mundo rural (Esperanza), el conservadurismo y las políticas estatales y coloniales (Ideología y conservadurismo) o el simple axioma que para entender nuestra realidad había que viajar lejos, a otros mundos (Orientaciones valorativas entre Puerto Rico y el Mediterráneo) y que era posible entender el Puerto Rico decimonónico con una oposición binaria: altura y bajura (varios libros y ensayos). Esa Anábasis y Katábasis conceptual fue crucial y yo, para oponerme al maestro dediqué mi vida a la bajura, mientras el se deleitaba en la altura.

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9. Todos lo sabemos. Quienes hemos sido discípulos de CBO nos reconocemos como tal, hay una secreta complicidad de tener ese parentesco intelectual y antropológico, de saber que somos del mismo clan, de varios linajes y que todos descendemos, de alguna extraña manera de Meyer Fortes, y que desde la UPR asistimos a Manchester y a Cambridge a través de Buitrago. En cierto sentido, muchos nos pensamos herederos de lo mejor de la antropología británica, aunque hayamos terminado nuestros grados en los Estados Unidos.

10. Que no se entere nadie en el RUM: yo siempre he sido fiel a mi alma mater y sobre todo al departamento de Sociología y Antropología. Por eso siempre, siempre, he visitado la iupi y en esas visitas mi primera visita (y realmente la única) era para visitar a CBO. Siempre estaba allí (cuando no estaba en el AGPR o en Adjuntas, o en Yauco, o en Chiapas) y siempre me recibía con una sonrisa y con varios libros que había “descubierto” y que yo no había leído y que debía leerlos. Siempre uno o dos pasos al frente de sus antiguos discípulos y que sus colegas. En ocasiones pasaba varias horas conversando con el maestro.

11.  Llega uno a esa etapa de la vida donde se le van muriendo sus profesores: Edward Lanning, Eugenio Fernández Méndez, Rafael L. Ramírez, Louis Faron y Pedro Carrasco, a quienes uno le debe mucho: experiencias, un weltanschauung antropológico, asomo a los saberes, una práctica, la ética de trabajo (no había quien trabajara más que CBO, quien despreciaba a quien no lo hiciera), la necesidad imperiosa de la lectura y la escritura, como ejercicio vital.  (La noticia de Buitrago llega la misma semana en la que me entero de la muerte de Helen I. Safa, una antropóloga esencial en nuestro país).

12. Fieldwork, trabajo de campo, los británicos, los modos de producción, Talal Asad, colonialismo y antropología, las posibilidades de la literatura, Marcel Proust, la descripción densa (antes de Clifford Geertz), el Mediterráneo, la antropología de España (de Carmelo Lisón Tolosana a William A. Douglass y Pitt Rivers), Las estructuras elementales del parentesco, Fernando Braudel (hay que repetirlo), notas de campo, la antropología de la antropología, el desmantelamiento de los documentos y los discursos, Maurice Godelier (una revelación), los modos de producción, el viejo y el joven Marx, Hindess y Hirst, la producción textil en Francia, las clases sociales y el bacalao en Terranova, las posibilidades de la historia, las relaciones de producción, la historia como ejercicio etnográfico en la obra de Marcus Rediker (sobre el capitalismo marítimo en el Atlántico…

13.  Una de las cosas que aprendí de CBO fue el «propuesteo» interno y externo. Estaba constantemente buscando fondos para subvencionar viajes y el trabajo de sus asistentes de investigación. Becado por la Wenner Gren Foundation, era ejemplo de lo que era posible para adelantar la antropología en el país.

14. CBO fue lector de mi disertación doctoral (1985). Mientras la escribía leí una colección de ensayos de Braudel que cambió mi vida y mi visión de mundo, pues estaba metido en una etnografía influenciada fuertemente por una visión histórica de los procesos de formación de clase. Fue la persona que más preguntas (y las más críticas) hizo en la defensa y quien hizo la mayor cantidad de comentarios, después de mi director de tesis, Pedro Carrasco. Recuerdo que David Gilmore dijo al final de las preguntas que le parecía curioso que no se había preguntado nada sobre The People of Puerto Rico, y CBO dijo que eso había sido lo mejor de la defensa, que no hubo que recurrir a ese trabajo, porque se trataba de otra visión. Ahí afloró lo de su polémica con Sidney Mintz y Eric Wolf en aquella célebre conferencia sobre el libro celebrada en San Germán en los setenta.

15. A pesar de ser abierto a las ideas, se le hizo difícil armonizar la conceptualización marxista de los modos de producción con visiones atrevidas que incorporaban la variable ecológica o ambiental (que inclusive promovía, con cuidado, Godelier). En cierta medida se adscribía a las nociones post-marxistas, pero fieles y críticas de Barry Hindess y Paul Hirst o los planteamientos de Claude Meillasoux.  Yo le debatí, pero me ganó la partida—en cierta medida—pues las posibilidades están atadas (por no decir determinadas) por condiciones y procesos históricos y sociales. Yo he seguido explorando las posibilidades de lo ambiental, reconociendo el argumento de Buitrago, que es esencial.

16.  He escrito antes sobre su hábito de lectura, y en una futura ocasión volveré sobre ello, pero para escribir lo que escribió sobre las clases terratenientes y los orígenes pre-capitalistas, y para entender al mundo rural, CBO transitó por el Mediterráneo, toda Europa y Rusia, Asia y América Latina, y se leyó a todos los teóricos e historiadores posibles que escribieron sobre la transición del feudalismo al capitalismo.

17. Hace un par años organicé un taller sobre etnografía para estudiantes que colaboran en el Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral en UPR-Mayagüez.  No sé cómo, la voz se regó y al taller asistieron muchos estudiantes de UPR-Río Piedras. Di lo mejor de mi, con mi experiencia y creo que fue provechoso. A los pocos días encontré y leí mis notas del curso de Métodos Etnográficos con CBO, en las tres ocasiones que nos reunimos en el salón de clases, pues todas las sesiones fueron en el campo, en la práctica y la enseñanza in-situ.  El curso que ofrecí siguió los lineamientos, argumentos y revelaciones ofrecidas en aquel curso en 1975.

Me detengo aquí con un gran sinsabor, con algo de frustración y con un gran dolor. Debo admitirlo: yo siempre quise ser como CBO; fue para mi ejemplo de lo que debe ser un académico de excelencia. Quisiera pensar que al menos heredé algo de su ética de trabajo (lo aprendí observándole) y de su intensidad en pensar, vivir y regocijarse en la Antropología como saber y como disciplina. Para mi es y será siempre el maestro, el mentor, el amigo.

¡Un abrazo Carlos!


Respuestas

  1. Wow Manolo, gracias por compartir tu memoria de Buitrago. Tu tienes mucha razón que todos nosotros, nos une nuestra compartida experiencia de ser discípulos de CBO. Yo te admiro porque escribes a pesar de tu dolor, mientras yo todavía estoy procesando la perdida de alguien que para mi fue mas que un maestro, pero un amigo de toda la vida, casi mi padre, pero mejor 🙂 Gracias!!

  2. Debo decir que este artículo me ha movido mucho sobre todo al saber la noticia de que Buitrago se ha ido. Hace un tiempo llevo preguntándome dónde andaba ya jubilado y lo nítido que sería ir a visitarlo. Hoy leyendo esto admito que me llené de tristeza.

    Por otro lado entiendo haber sido afortunada de haber tenido la oportunidad de ser su estudiante y más que nada ser de esos que fuimos tantas veces a su oficina en el REB en busca de su ayuda por algún tranque teórico o en busca de nuevas tendencias en la investigación antropológica que nos ayudara a trabajar con lo que no dejábamos de pensar.

    Hoy puedo ver la huella que dejó en nosotros, esa que vimos a diario en su carácter y en su búsqueda investigativa, y sobretodo heredamos un respeto y seriedad por la disciplina que cargamos con nosotros y que sé no olvidaremos.

    Gracias por compartir este artículo.

  3. Son estas filiaciones personales e intelectuales las que nos inscriben en esa genealogía que nos define. A través de tus palabras comparto tu dolor y tu orgullo de haber tenido un Maestro como él.

  4. Saludos. Manolo. Te felicito por esa reflexión sobre nuestro Maestro. Las huellas que dejó Carlos en nosotros son muchas, en aquella generación que estudiamos antropología en las décadas de 1970’s y 1980’s. Los que me conocen saben muy bien que Carlos Buitrago siempre me acompañó en mis investigaciones aunque físicamente no siempre estaba presente. Carlos fue el que me enseño a leer a Marx desde la antropología desde una manera crítica, el que dirigió a descubrir la Escuela de los Anales de la historiografía francesa desde la antropología, el que insistió que nunca nos olvidáramos de la palabra Crítica en nuestras lecturas, investigaciones y enseñanzas. Aprender de Carlos en el salón, en la oficina, en Adjuntas, en la casa, y en cuanto lugar se inventaba fue un privilegio… Para mi fue una huella que me marco para siempre. Al día de hoy hablo de él a mis colegas y estudiantes sobre lo que aprendí de él. Recientemente en mi presentación en la Asociación Puertorriqueña de Historiadores tuve que hablar de aquella época… ¡ Guardo todavía aquellos trabajos que Edwin y yo hicimos con Carlos en Adjuntas y en el Archivo !
    Gracias Manolo. ¡ Salud al Maestro !

    • Lo recuerdo vivamente. Realmente fue un maestro de esos que dejan huella…

  5. Manuel, gracias por este obituario sobre nuestro querido y controversial mentor Carlos Buitrago. Tus reflexiones y recuerdos me traen imagenes perdidas de esos tres años a principios de los 70 en que fui su asistente de investigación y en los que compartio conmigo con extrema generosidad su conocimiento, libros, visión crítica, pasión etnogràfica y hasta su espacio de oficina. Como tu y los demas colegas que aqui comentan, debo a Carlos gran parte de mi formación académica inicial y al enterarme hoy de su deceso, comparto también el sentimiento de orfandad y el deseo de celebrar su vida. Va un abrazo solidario de otra hermana….

  6. Manolo:

    He leído tu hermoso obituario. Estoy sumamente emocionada por tus palabras. No puedo estar más sintonizada con tu sentir de nuestro querido Maestro. Ciertamente el ‘temido’ Maestro Buitrago quien fue el que me hizo antropóloga mas que todos los demás. Además fue el que a junto a otros ejemplos que me han acompañado en mi vida, me han enseñado el importante valor de la pasión por el trabajo y la importancia de la verticalidad y honestidad. ¡Que afortunados hemos sido! Tener un Maestro con tal dedicación y amor a su disciplina y a sus estudiantes.

    Me lo imagino ya discutiendo en algún lugar con Meyer Fortes y con Malinowki.

    Carmen Angélica

  7. Es admirable y emocionante leer el obituario y los comentarios de los discípulos y amigos. Admiro la fina sensibilidad de todos y me uno en solidaridad con sus admirables mensajes. Ser maestra ha sido la mejor elección que hice en mi vida…

  8. La partida de Carlos me llena de mucha tristeza. Para mi fue un gran amigo y apoyo cuando me fui a estudiar a Inglaterra, nunca me dejo sola. Recordaba con Jaime Perez lo mucho que le debemos y las anecdotas compartidas…. Me alegra saber que estamos hermanados por un gran ser humano. Los convoco a organizar una actividad donde podamos celebrar la vida. Podría ser en el anfiteatro del Archivo General de PR. Yo puedo comenzar hacer los arreglos.

    Estoynsegura que somos muchos mas….

    • Hola a todos! Me parece una buena idea de organizar algo mas allá de lo que la universidad va a ser este lunes, 18 de noviembre en al Rotonda, ya que no todo el mundo podrá asistir. Yo tengo una pagina «fan» para Buitrago que cree hace unos añitos y la he estado usando para regar la informacion sobre Buitrago y eventos relacionados a su fallecimiento. Si planifican algo, pueden anunciarlo en la pagina o me lo pueden mandar a mi directamente y paso la voz. Aquí esta el enlace del Fan Page, https://www.facebook.com/pages/Carlos-Buitrago-Ortiz-Fan-Club/182722215109634 y mi contacto es marisol . ramos at yahoo . com

  9. Gracias Manolo y demás compañeros y compañeras (algun@s que no conozco personalmente) por compartir sus recuerdos y memorias sobre Buitrago. Como tod@s l@s que han escrito aquí, yo también bebí de la fuente donde Buitrago solía destilar su sabia camaredería. Es cierto, luego de tomar un par de cursos con Buitrago–especialmente el de métodos etnográficos en Adjuntas–Buitrago se convertía, más que en un profesor, en un amigo. Y para los que nos fuimos a estudiar antropología a Estados Unidos y quedado por estos lares, por alguna extraña fuerza, Buitrago se ha convertido en parentela. De la misma forma que visitaba a mis padres, hermanos y hermanas en Yauco, sentía la misma obligación de visitar a Buitrago en su oficina de la UPR! Y cuando no iba a Puerto Rico y hablaba por teléfono con Augusto Fidel Gandía Ojeda (otro de sus discípulos) siempre le preguntaba a Augusto por Buitrago: «cómo está Buitrago»? o «qué sabes de Buitrago»? Aunque las últimas veces que estuve en Puerto Rico se me hizo difícil visitarlo, siempre sabía, por medio de Augusto, como estaba Buitrago…yo sabía que Augusto siempre lo visitaba.

    De hecho, la última vez que vi y compartí con Buitrago fue en septiembre del 2009, cuando vino invitado por el Centro de Estudios Latinoamericanos y Caribeños de la Universidad de Connecticut, a presentar una ponencia sobre su trabajo de campo en Chiapas. Como siempre, Buitrago estuvo preparado y listo para entablar una larga y amena conversación con los estudiantes. Luego de la ponencia nos fuimos (junto a Marisol Ramos) a comer arroz y habichuelas a un restaurante puertorriqueño en Hartford y, más tarde, a tomar unos tragos en una pizzería de Manchester, el pueblo donde Marisol vivía en ese momento. 2009 parece que fue ayer, y ha pasado tantas cosas! Como siempre, las conversaciones con Buitrago estaban matizadas por su pasión por la antropología, la etnografía y la reflexión crítica; sin embargo, esa noche lo noté más atento a nuestras respectivas historias de vida que, indudablemente, se habían encontrado luego de muchos años.

    Fue a mediados de la década del 1980 que tomé mis cursos con Buitrago: los años de la supuesta ‘crisis’ de la representación etnográfica y el llamado ‘fin’ de los discursos. Para ese tiempo, Marx ni el El Capital figuraban en la lista de lecturas de su cursos pero tampoco el llamado ‘pos-modernismo’ lo había deslumbrado totalmente–creo, más bien, que desde su óptica crítica Buitrago consideraba al ‘pos-modernismo’ como otro discurso más, uno que tal vez sería un breve y pasajero momento anti-teórico (o, como él mismo decía, retro-teórico). Recuerdo que en ese momento incierto, Buitrago regresó a los textos clásicos y fundacionales de la antropología (al menos de la antropología económica) y nos introdujo a la fascinante obra de Raymond Firth y Maurice Godelier (entre otros autores) sobre las ‘economías primitivas’ en las islas del Oceano Pacífico. Con Buitrago fue que yo leí por vez primera sobre el mercantilismo y la pesca comercial en Terranova y, en buena medida, el libro de Gerald Sider sobre el tema que leimos y discutimos en una de sus clases me acercó al estudio de la pesca comercial en Puerto Rico, el cual Manolo Valdés Pizzini ya había comenzado a examinar cuidadosa y magistralmente.

    Como bien ha escrito varias de las personas que han colaborado en este homenaje a Buitrago, queda mucho de su sabiduría, tezón y compromiso en tod@s l@s que hemos tenido la fortuna de haberlo conocido, estudiado en alguna de sus clases, y respetado como maestro y amigo.

    Sé que la Universidad de Puerto Rico celebró hoy un acto de conmemaración a la vida y obra de Buitrago y, como yo estaba pensando en él en esas horas de la mañana y en tod@s mis amig@s y amig@s que sé iban a estar presentes en la rotonda, tengo la certeza que Buitrago está agradecido por ese gesto de compañerismo y gratitud a una vida entera dedicada a la UPR y sus estudiantes.

    Manolo: sugiero que, por favor, escribas un obituario (como solo tú podrías escribirlo) para que sea publicado en la sección ‘In Memoriam’ del ‘Anthropology News,’ el boletín de la Asociación Americana de Antropología. Me parece que hay muchas personas en Estados Unidos y otras partes donde circula el boletín que deben enterarse de la gran contribución de Buitrago a la antropología puertorriqueña y global. Por supuesto, el obituario debe ser enviado a otras publicaciones similares que correspondan.

    Saludos cordiales!

  10. Manolo, hermosa y profunda reflexión sobre quien en efecto fue un académico ejemplar. Yo nunca tuve la dicha de ser su alumno en el salón de clases (o en el «fieldwork») pero me he nutrido de sus obras publicadas. Como pequeño homenaje a su obra, en mi curso graduado de «Historiografía Puertorriqueña Contemporánea», en el tema de «Historia y Antropología», se incluye la lectura de textos suyos. Un abrazo, P.


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