Posteado por: antropikos | noviembre 12, 2019

Los títeres

Los títeres, ese es un epíteto que escuché mucho en mi niñez en el San Juan amurallado y en el Bayamón suburbano. La titerería: con ese nombre se describía a esa muchachería que tiraba piedras, profería vituperios, hacía fechorías menores, delinquía y se entregaba a distintas formas de violencia. A mi me criaron en mi casa para no ser un títere, aunque de joven cometí una que otra travesura y alguna fechoría digna de ese estamento social. Ese no era—todavía—el mundo de la droga y de la violencia esgrimida con armas de fuego.

Todavía.

Era el universo de las pedradas, las cortaduras, las palizas, las peleas callejeras, el hostigamiento verbal y el atropello. Paralelamente iba creciendo otro universo: el de la tecata o manteca, la metadona, el pasto…que evolucionó en el pastilleo y posteriormente en la cocaina.

Pero el mundo de los títeres era en San Juan el mundo de la pobreza y el abandono de esos sectores populares que entraban a la ciudad con la esperanza de ganarse la vida y abandonar el opresivo mundo rural en el que habían nacido: el agrego, la tuberculosis, los piojos, las niguas y la explotación rampante…que no les abandonaría en el entorno urbano.

Fernando Picó nos dejó como regalo el libro Realengos y residentes: los menores en San Juan, 1918-1940 que es el resultado de una inmersión en el Libro de Novedades de la Policía para explorar el mundo brutal y violento de los niños y adolescentes en un entorno urbano con muy pocas posibilidades económicas para esos sectores de edad.

Los realengos (vamos, en cierta medida visitantes) son ambulantes, niños que viven en la calle o andan durmiendo por doquier, muchos sin domicilio fijo o en fuga de diversas formas de violencia y carencias materiales. Vienen de todas partes de la isla, pero me ha parecido que un número mayor de aquellas y aquellos seguidos por Fernando provienen de Corozal. Desconozco porqué, pero sé que mi abuela paterna, María Lina Figueroa, llegó a la calle Sol desde Corozal para enfrentarse a situaciones muy difíciles de las que tenemos unos trazos muy confusos.

Los residentes y sobre todo los realengos son agresores y agredidos, violadas, violados y violadores, gente prostituida y vendida, vendedores ilegales de cosas y servicios, aplastados por un aparato legal que convertía la proverbial ventana de oportunidades en un boquete muy pequeño, imposible de atravesar sin enfrentarse a la Policía.

Este libro de Picó nos permite dar una mirada profunda a las visicitudes de esos menores, así como conocer una antigua geografía de la ciudad capital, la vulnerabilidad de La Perla ante el oleaje (una sola mención, pero importante), las oportunidades económicas legales e “ilegales” del frente marítimo y la vida portuaria, los enfrentamientos cotidianos (muchos de clase social), la fragilidad de las niñas y los niños ante las perversiones sexuales y la violación, y las vidas convulsas de esos menores que se encontraron en las páginas del Libro de Novedades de la Policía, donde los policías los identifican de manera sistemática como títeres.* Me pregunto cuán generalizado era el uso de ese epíteto por todo el país, porque no recuerdo haberlo visto en el Libro de Mayagüez Playa, donde la muchachería también estaba presente en los avatares contidianos.

Realengos y residentes: los menores en San Juan, 1918-1940 (2019, Río Piedras: Centro de Investigaciones Históricas, Universidad de Puerto Rico) nos deja ver la sensibilidad de Fernando Picó por esa gente que quedó en la rueda de abajo y que hicieron lo posible por salir de su precaria situación. Esa es la vocación religiosa, personal e historiográfica de Fernando. Que quede así redactado, en tiempo presente, porque sigue con nosotros.

 

*La quinta acepción de la palabra títere en el Diccionario de la Real Academia Española se refiere a su uso en Puerto Rico, como “Pillo, vagabundo”. El Diccionario de Voces Coloquiales recopilado por Gabriel Vicente Maura (1984, San Juan: Editorial Zemi) lo despacha rápidamente: “dícese del muchacho o muchacha callejero” [sic].


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